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Marco Antonio Solís convirtió el Toyota Arena en una catedral de romance y nostalgia el 6 de septiembre, llegando tarde como de costumbre pero conquistando de inmediato a la multitud con un repertorio que puso a cantar y bailar a todos de principio a fin.

Marco Antonio Solís volvió a demostrar por qué es uno de los íconos más perdurables de la música latina, atrayendo multitudes con entradas agotadas en dos noches consecutivas en el Toyota Arena los días 5 y 6 de septiembre. El concierto del sábado, programado para comenzar a las 8 p.m., no vio a Solís subir al escenario hasta casi las 9 p.m. —un retraso que los fans parecían anticipar. En lugar de molestia, el público esperó con entusiasmo. Cuando finalmente apareció, con su estilo elegante característico, la arena estalló en canto y baile, con los asistentes coreando desde sus asientos e incluso en los pasillos.

Un repertorio de recuerdos
El espectáculo fue un viaje cuidadosamente armado a través de décadas de carrera, mezclando éxitos como solista con canciones emblemáticas de su época con Los Bukis. Abrió con “Tu cárcel,” desatando una ola de nostalgia, antes de pasar a baladas románticas como “Se va muriendo mi alma,” “Cuando te acuerdes de mí” y “El peor de mis fracasos.”

Los fans de Los Bukis disfrutaron de clásicos como “Y ahora te vas,” “Falso amor” y “Morenita,” mientras que el repertorio en solitario brilló con momentos cargados de emoción como “Si te pudiera mentir,” “La venia bendita” y la inolvidable “Si no te hubieras ido.”

También sorprendió con colaboraciones y homenajes, incluyendo “El perdedor” de Enrique Iglesias y “Basta ya” de Jenni Rivera, antes de cerrar en lo más alto con “Más que tu amigo,” dejando la arena vibrando aún después de que se encendieron las luces.

Un legado artístico
La carrera de Solís abarca más de cuatro décadas, comenzando en los años 70 cuando cofundó Los Bukis, una de las bandas más queridas de México. Como vocalista principal y compositor, escribió himnos que se convirtieron en la banda sonora de toda una generación en América Latina. Desde que emprendió su carrera en solitario a mediados de los 90, ha vendido millones de discos en todo el mundo, ganado premios Grammy Latinos y consolidado su estatus como una figura monumental de la música regional mexicana.

Más que música
Solís ha construido una marca que trasciende el escenario. Sus proyectos empresariales incluyen el café Quiéreme, la salsa picante Buki Salsa y su tequila premium Tesoro Azul. Cada producto refleja su dedicación a la cultura mexicana y su toque personal, al igual que su música.

En 2020 inauguró Mansión Solís by Hotsson, un hotel boutique de lujo en Morelia, Michoacán. El hotel fusiona la visión artística de Solís con la hospitalidad, presentando espacios inspirados en sus canciones. Sus comodidades incluyen una alberca de última generación, gimnasio, salones para eventos, servicios de cuidado infantil y experiencias temáticas: el café Quiéreme, el bar El Milagrito, el restaurante Tu Dulce y Mi Sal y el spa Amor En Silencio.

Siempre “El Buki"
En el Toyota Arena, la presencia de Solís conservó la calidez que lo ha hecho querido por el público durante décadas. Su voz, rica y poderosa, llenó fácilmente el recinto, mientras que su conexión con los fans se mantuvo íntima. Aun con miles de asistentes, el concierto se sintió como una serenata compartida, un recordatorio de cómo su música ha acompañado historias de amor, desamor y celebración a lo largo de generaciones.

Ambas noches reafirmaron el impacto duradero de un artista que continúa llenando arenas alrededor del mundo y que sigue siendo, con cariño, El Buki. El público salió con la voz ronca, los pies cansados y el corazón lleno —exactamente lo que Marco Antonio Solís parece prometer en cada presentación.